“El acto de rodear con los brazos” se dice que es un abrazo.
Son normalmente forzados, confundidos o guardados con recelo. ¿Qué podríamos decir que es un abrazo además del acto de rodear a alguien con nuestros brazos? ¿Cómo escribirlo de verdad?
Cuando abrazamos recogemos y somos recogidos. Unimos fracturas, cobijamos bajo techo y damos silencio. Cuando abrazamos realmente todo desaparece alrededor, sólo sentimos una respiración y unos latidos, manos aferrándose a espaldas y una promesa de permanencia efímera. Cuando abrazamos nos deshacemos de quien somos para fundirnos en una sola unidad, bella y quieta, con otra persona, en ese momento empezamos en el otro y acabamos en nosotros, pero lo bello es poder añadir: y viceversa. Antes de abrazar extendemos los brazos de par en par, preparados para ser heridos, totalmente desarmados. Formamos así una suerte de paz forjada por aquellos valientes que se atrevieron a tener miedo.
En esta serie recojo distintos abrazos, todos ellos ciertos y reales, tan dibujados como escritos en una sola línea ya que el retrato de un abrazo no podría tener más. Estas obras son una reflexión sobre el acto en sí, cómo éste nos salva y nos hace sentir reales. Me aproximo a esa sensación de silencio y paz buscando no el impacto sino el encuentro.